31 de agosto de 2013

LOS SANTOS MARTIRES EMETERIO Y CELEDONIO








Ayer, fue  la fiesta de los Santos Mártires Emeterio y Celedonio, patronos de la Diócesis y de la Ciudad de Santander.

Como es tradicional y con el repique de campanas, las reliquias de los santos EMETERIO y CELEDONIO se trasladan en procesión desde la iglesia del Santísimo Cristo, hasta La Catedral, para aquí ser expuestas en el presbiterio para la veneración de los fieles durante la jornada de fiesta.

El viernes, se celebró la misa bendecida por el señor Obispo don Vicente Jimenez y cantada por la Coral Valle de Piélagos-Salcedo que dirige Agustín Castillo.
 
 

Los hermanos Emeterio y Celedonio, oriundos de Calahorra (La Rioja), sufrieron en esta ciudad el martirio durante la persecución del emperador romano Diocleciano, en torno al año 298.

Ambos hermanos militaban en las legiones romanas, pero las abandonaron y profesaron públicamente la milicia de Cristo como testigos de la fe.

Llevados ante el Tribunal, confesaron su fe por lo que fueron atormentados en la cárcel donde permanecieron por algún tiempo. En las afueras de la ciudad, junto al río Cidacos, afluente del Ebro, sufrieron el martirio para, finalmente, ser decapitados un 3 de marzo. Tras su muerte, estos siervos de Dios, fueron allí sepultados.

En el incendio de 1941, unas de las riquezas artísticas que no llegó a perder, fueron los bustos-relicario de los Santos Mártires, EMETERIO y CELEDONIO, que se exhiben hoy en la Iglesia baja (El Cristo), magnificas piezas de orfebrería renacentista burgalesa datables hacia 1533-36, con sus cajas internas labradas en 1763, por el platero santanderino Manuel Victórica Gutiérrez.

En la historia del asentamiento de Santander, comenzaría en el siglo XI, período del que proceden las más antiguas referencias escritas hoy conservadas, aquellas que consignan la existencias de un puerto y abadía dedicados a los santos EMETERIO y CELEDONIO.

A partir de las excavaciones realizadas bajo los pavimentos del conjunto monumental de la Catedral, único suelo de los primitivos poblamientos del lugar que permanecía en su sitio, ya que lo demás desapareció a consecuencia de los radicales desmontes efectuados tras el incendio.

En aquellas campañas de excavaciones arqueológicas, primeras intervenciones científicas de esa naturaleza llevadas a cabo en la ciudad, no solo sacaron a luz vestigios, datos y objetos con que poder jalonar el tiempo de su existencia desde los orígenes, sino que también permitieron interpretar las escasas referencias escritas de los tiempos más remotos conocidas.

En el posible campo de ruinas que cubriera la vieja acrópolis, rodeada de agua por tres de sus flancos en el primigenio cerco de Somorrostro, encontraron los hispano-romano-visigodos que aquí llegaron huyendo de las razzias musulmanas, en el siglo VIII, una cista de piedra cillería con su interior bien careado, donde depositaron las más preciada de las pertenencias que habían traído consigo: la reliquia consistente en las cabezas de los mártires EMETERIO y CELEDONIO.

Encima de aquella tumba secundaria, que no era otra cosa que el recinto del horno de unas desaparecidas termas públicas romanas, levantaron la primera de la serie de iglesias de lo que acabaría siendo la actual Catedral de Santander.

Existe toda probabilidad en aquellos años (año 1147) cuando los vecinos y clérigos de la población pescadora, apiñada en torno al pequeño monasterio, elaboraron la sorprendente leyenda con que se explicaron a sí mismos y explicarían a sus descendientes, la llegada a este puerto de las cabezas de los Mártires.

 

Como es tradición en estas fechas, también asistieron a la misa, los componentes de la Asociación de Trajes La Tierruca, con sus trajes regionales.
Es un día que aprovecho para acercarme a La Catedral, para asistir a la misa y captar algunas imágenes para el recuerdo.