4 de junio de 2022

Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón - 1 junio 2022

 





















El día 1 de junio de 2022, visite el Monte de las Secuoyas de Cabezón, junto con mi amigo Fernando San Miguel, con el objetivo de conseguir algunas fotos de la naturaleza de este bosque.

Ambos ya habíamos estado en él, pero siempre gusta volver a visitarle, porque es una maravilla de la naturaleza e impresionante contemplar los arboles de gran altura.

Desde hace pocos años, ha dejado de ser un lugar único y tranquilo, ahora le tenemos como sitio de turismo, con miles de visitantes.

Ello tiene su riesgo, de que algunos no respete el entorno y los arboles, llegando a desprender cortezas de ellos como recuerdo.

El lugar es mágico y con una belleza que debemos procurar conservar y visitar.

Nosotros recorrimos el parque poco a poco, pero sin perdernos la oportunidad de hacer las mejores fotos de este Monumento a la Naturaleza.

  

El monte de las Secuoyas de Cabezón, con apenas 2,5 ha y cerca de unos 850 secuoyas (sequola semperviens) forma la masa forestal más extensa de esta especie en Europa. La altura de los arboles oscilan entre 40 y 50 m. y su perímetro normal de 2 m. La densidad y el gran desarrollo de las secuoyas impiden la presencia de sotobosque bajo su sombra, por lo que únicamente encontramos dispersos por la masa 25 pinos de Monterrey y algún eucalipto blanco plantados en la misma época, así como algunos pies menores de otras especies en la periferia.

Estas cupresáceas son los árboles más altos del mundo. Durante la era de los dinosaurios se extendían por todo el hemisferio norte. Los cambios climáticos y topográficos las confinaron a las montañas costeras de California y Oregón, donde el clima templado y húmedo con nieblas frecuentes reúne las condiciones óptimas para ellas. Además de su altura destaca el grosor de su corteza hasta 30 cm. y su capacidad para rebrotar de raíz, poco habitual en las coníferas.

De su majestuosidad ya hacían referencia los españoles que exploraron la zona en el siglo XVIII. Este es el origen, por ejemplo del asentamiento de Palo Alta en California, que utilizaban para guiarse en sus navegaciones. También lo llamaban palo colorado, por su madera, equivalente a nombre en inglés, redwood.

Tras la anexión de California a EEUU y el estallido de la fiebre del oro en 1848, se multiplicó la población y se talaron masivamente estos bosques. Se dice que San Francisco se construyó con su madera. Así se perdió el 95% de los 8.000 km. que ocupaban. En la actualidad la mayor parte están protegidos.

Aunque se sabe que los botánicos de la expedición científica de Malaspina y Bustamente en 1789 ya tomaron muestras, se suele atribuir a los británicos su introducción en Europa en 1843 como ornamental.

La secuoya es habitual en parques y jardines de Cantabria. Cuatro están catalogadas como singulares. También se puede encontrar las secuoyas gigante o árbol del mamut.

La secuoya costera puede crecer hasta 1,8 m. los primeros años. Después se ralentiza el desarrollo hasta hacerse casi imperceptible en su madurez.

En el monte de Cabezón se plantaron en la década de 1940 y setenta años después rozan los 50 m. de altura. Fuera de su área natural sólo es comparable el bosque de Whakawarega en Nueza Zelanda. Plantado en 1901, sus secuoyas de más de 60 m. se han convertido en un reclamo turístico.

En las secuoyas primigenios de California, es frecuente encontrar pies de hasta 2000 años que superan los cien metros.

El más alto con sus 115,6 m. Hiperión: "el que camina en las alturas", descubierto en 2006 en el Parque Nacional Redwood, es el árbol más alto conocido. Su ubicación es secreta, para evitar la presión turística, puesto que son vulnerables a la compactación del suelo.

La secuoya gigante "Sequoladendron giganteum", General Sherman con sus 1489 m3 de madera es el árbol más voluminoso conocido. Se encuentra en el Parque Nacional de las Secuoyas , en California.

En el C.C. Matilde de la Torre de Cabezón de la Sal, se pueden contemplar dos secuoyas gigantes catalogadas.

 

Las Secuoyas del Monte de Cabezón es un Espacio Natural Protegido en Cantabria, declarado Monumento Natural e incluido en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Cantabria.

Se declararon Monumento Natural por Decreto41/2993, en virtud de la Ley 4/1989, de 27 de marzo, de Conservación de los Espacios Naturales y Flora y Fauna Silvestres, que prevé en su artículo 10 la posibilidad de declarar protegidos determinados espacios del territorio nacional que contengan elementos y sistemas naturales sobresalientes, así se facilita la conservación de este excepcional ecosistema.

La excepcional de este bosque de secuoyas es que se tratan de especies inhabituales en Cantabria, formando una masa en estado seminatural en España y alcanzan enormes dimensiones y gran longevidad.

Seria sobre 1940 cuando se plantaron las secuoyas del Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón, como búsqueda de ingresos y riqueza, y para solucionar la necesidad de especies madereras destinadas a la producción industrial, se potenció la repoblación en terrenos baldíos con especies de crecimiento rápido y condiciones climatológica favorables.

El Monte se repobló con especies foráneas, fundamentalmente Eucalyptus globulus y Pinus radiata y de forma experimental, a modo de ensayo y por tanto en parcelas mucho más reducidas con roble americano, castaño japonés o abeto de Douglas, entonces es cuanto las secuoyas llegan al Monte Cabezón.

Con un tronco recto, muy grueso, corteza oscura y esponjosa que se desprende en placas irregulares bajo las que aparecen las nuevas de color rojizo. Las hojas de las secuoya o acículas (aguijones finos y delicados) son planas y de tono verde oscuro con 2 bandas blancas en el revés.

Además de su tamaño, lo que caracteriza a la sequola son 2 cosas, su longevidad (pueden llegar a superar el millar de años) y su rapidez de crecimiento (1,80 metros/año entre los cuatro y los diez años de edad). Su madera es de buena calidad, ligera, rojiza, no resinosa y fácil de trabajar.

 

Estar en el interior del bosque, nos obliga mirar hacia arriba, buscando el cielo que le vemos lejano entre las hojas y el tronco del árbol que cada vez se va disminuyendo de tamaño.

 

Fue un día que disfrutamos mucho con este espectacular entorno y pudimos hacer cuantas fotos quisimos, fueron muchas y algunas creemos que han sido bonitas.