El 13 de julio, nos fuimos
en ruta fotográfica a un sitio ya conocido, Tejeda de Tosande, muy cerca del
pueblecito de Cervera de Pisuerga.
En este lugar, estuvimos
el 2 de julio del año pasado, Nos dejó
una grata impresión y por tanto no nos importó volver a visitarlo.
Como llegar : Primero ir a
Cervera de Pisuerga, luego a la Dehesa de Montejo y desde aquí a pocos kilómetros se encuentra el aparcamiento y el inicio de la ruta.
Empezamos el recorrido
tras atravesar el puente y paralelo al cauce seco del Arroyo de Tosande, con
una vegetación admirable para divisar alguno que otro caballito del diablo.
Hacia la izquierda nos
encontramos con un camino para remontar el valle de Tosande.
Siguiendo el sendero,
pasamos junto a las escombreras de una antigua mina ya abandonada y luego por
una angostura caliza muy bonita para salir a la pista que accede al valle.
Por la pista nos
adentramos en el valle entre abundante y variada vegetación, pasando en muy
poco tiempo del Encinar Mediterráneo al Robledal y después al Hayedo.
Tras superar un tramo
angosto, el Valle de Tosande, se abre y muestra un paisaje idílico, cubierto de
praderías, entre las que se reconocen varios túmulos megalíticos, estructuras
funerarias de los primeros pastores de la Cordillera Cantábrica, hace unos
40.000 años.
Al llegar a este lugar,
nos encontramos frente al Hayedo que
cubre la ladera de Peña Horcada (1.818 metros), para descubrir en su interior
la Tejada de Tosande.
No tenemos tiempo
suficiente y regresamos de vuelta por el mismo recorrido.
La Tejeda de Tosande es
una de las concentraciones de tejos más destacadas de España, situándose en el
interior del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña
Palentina, concretamente en la Sierra de la Peña, dentro del término municipal
de Dehesa de Montejo. La Tejeda se ubica en la vertiente norte de la Peña
Horacada, sobre el Valle de Tosande, conocido también en algunas localidades
como Tosande, en cotas comprendidas entre los 1300 y los 1500 metros de
altitud, y sobre un sustrato calizo Paleozoico.
En realidad los tejos se
encuentran integrados dentro de un extenso Hayedo, de modo que las hayas
ocultan la Tejeda en los meses no invernales, pues sólo después de caer las
hojas de las hayas en el otoño se descubre el verde oscuro y perenne de los
tejos.
La excepcionalidad de esta
Tejeda de Tosande se debe por un lado al elevado números de tejos que la
componen, en concreto hay setecientos cuarenta y tres pies inventariados. Por
otro lado a que en su mayoría son ejemplares muy viejos, existiendo ejemplares
que superan los 145 cms. de diámetro, dimensiones que corresponden a árboles de
una edad próxima al milenio. Los Tejos, en su mayor parte, no tienen un porte
elevado, sobrepasados holgadamente por las Hayas, pero algunos ejemplares de
Tosande sobrepasan los 15 metros de altura. Así pues, se trata de una
concentración excepcional de tejos que constituye una de las joyas de la
Montaña Palentina.
Además de su interés
natural, el tejo es una especie que tuvo una consideración muy particular desde
la antigüedad, debido probablemente a su longevidad y su toxicidad. Junto con
olivio, el tejo es uno de los árboles más longevos de Europa, conociéndose
ejemplares que sobrepasan los 2000 años, así que en cierta manera el Tejo era
"el árbol de la vida". Pero el Tejo también era "el árbol de la
muerte", pues tanto sus semillas, como sus hojas, sus ramas y sus raíces
son muy tóxicas, debido a un alcaloide llamado taxina. Los historiadores
romanos relataron que los cántabros y también algunos pueblos de la Galia
utilizaban el veneno del tejo para quitarse la vida cuando se sentían demasiado
viejos para luchar, o bien antes de rendirse a sus enemigos, como sucedió
durante las Guerras Cántabras en el Monde Medulio, de ubicación todavía
discutida.
Pese a su toxicidad, el
taxol extraído de la corteza del Tejo de Pacifico (Taxus brevifolia), está
siendo utilizado actualmente en algunos países, entre ellos EEUU, como un potente
anticancerígeno.
Además de estas cualidades
que le confirieron un carácter mítico, el tejo también era muy apreciado por la
calidad de su madera, en concreto muy usada antiguamente para la fabricación de
arcos, lo cual contribuyó en gran medidas a la regresión de la especie.
Una buena parte de los Tejos
de Tosande, presentan unos misteriosos chaspes o cortes de los que no hay
constancia ninguna de su función o utilidad. Solamente el tamaño de las
cicatrices nos permite descubrir la antigüedad de estas viejas heridas, algunas
de las cuales se cree que tengan más de 200 años. Un antiguo aprovechamiento
del que se deja a futuras investigaciones la posibilidad de desvelar su
verdadera función.
Hoy en día tiene la
consideración de especie protegida, debido a su escasez en los montes
españoles.
Se debe contribuir a la
conservación del entorno de la Tejeda de Tosande y sin abandonar la senda, para
evitar de esta manera cualquier posible daño.
En el norte de Castilla y
León, lo mismo que en Galicia, Asturias, Cantabria y otras regiones de la
Europa Atlántica, existía la costumbre de plantar un tejo al edificar una
iglesia o palacio, y también en los cementerios, encontrándose muchos ejemplos
de Iglesias y Tejos centenarios contemporáneos.
El sendero de la Tejeda
remonta la empinada ladera por una vaguada, y luego serpentea entre los Tejos
centenarios, con rincones espectaculares y misteriosos. Después hay que llanear
hacia el Sureste y salir del bosque, con una zona que permite apreciar una
panorámica del valle y su entorno desde la altura, que en este lugar sobrepasa
los 1400 metros, siendo el punto más elevado de todo el recorrido. Desde aquí
se desciende a otra vaguada,, más accesible por el interior del bosque que por
los matorrales, para enlazar de nuevo con la pista que accede al valle.
En cuanto a la fauna,, en
el Parque hay muchas especies de aves y mamíferos. La variedad de ecosistemas
que alberga este valle escondido, permite que vivan aquí especies
características de los bosques, con una fauna asimismo variada y abundante. Los
frutos de haya, robles, acebo y servales, entre otros, proporcionan alimento a
especies como el jabalí y el lirón careto. Además es zona de paso del oso.
Entre las aves destacan los picos mediano y menor, Mirlos, Zorzales, Caballa
gris y Curruca zarcera. Otros rapaces como el Buitre, el Azor, el Águila culebrera
y el Cárabo.
Con esta nueva visita, volvíamos a admirar la maravillosa
naturaleza de este lugar, para caminar y disfrutar.
Pero lo que sí se hizo realidad, fué encontrarnos con cientos de mariposas, de
distintas especies y coloridos, revoloteando a nuestro alrededor y algunas
llegando a posarse tanto en nosotros, como en nuestras máquinas fotográficas
También sabíamos que
íbamos a ver, los caballitos del diablo, pero con éstos tuvimos dificultades
para captar el momento idóneo, ya que volaban y se posaban en las copas de los arboles.
Fue un día muy positivo, con
una preciosa ruta y un lugar para admirar una inmensa variedad de mariposas,,
tanto más si cabe, que en el Zoo de
Santillana.
Como en la otra ocasión
hace un año, volvimos a comer en el Restaurante Peñalabra, de Cervera de
Pisuerga.
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