El 23 de marzo, hicimos en familia
un viaje a Bilbao, a conocer el Museo Guggenheim, aprovechando un descanso de
las procesiones de Semana Santa.
Un fantástico día con nuestros
vecinos vascos, donde disfrutamos mucho visitando el maravilloso Museo y
comiendo en el restaurante Bascook, un auténtico bacalao al pil-pil.
El
Museo Guggenheim es obra del arquitecto estadounidense Frank Genry y representa
un magnífico ejemplo de la arquitectura más vanguardista del siglo XX. Con 24.000 m2 de superficie, de los que 11.000 están destinados a espacio expositivo, el
edificio representa un hito arquitectónico por su audaz configuración y su
diseño innovador, conformando un seductor telón de fondo para el arte que en él
se exhibe.
En
conjunto, el diseño de Genhry crea una estructura escultónica y espectacular
perfectamente integrada en la trama urbana de Bilbao y su entorno.
Una
vez en Vestíbulo, que sirve de distribuidor, el visitante accede al Atrio,
auténtico corazón del Museo y uno de los rasgos distintivos del diseño
arquitectónico de Frank Genry. Se trata de un espacio diáfano de volúmenes
curvos que conectan el interior y el exterior del edificio mediante grandes
muros cortina de vidrio y un gran lucernario cenital. Los tres niveles del
Museo se organizan entorno a este Atrio central y se conectan mediante
pasarelas curvilíneas, ascensores de titanio y cristal, y torres de escaleras. El
Atrio, que también funciona como espacio expositivo, sirve como eje que ordena
las 20 galerías que alberga el Museo, algunas de aspecto más clásico y líneas
ortogonales y otros de volumetrías más orgánicas e irregulares.
La
construcción del Museo Guggenheim Bilbao tuvo lugar entre octubre de 1993 y
octubre de 1997 y el emplazamiento elegido, en una curva de un antiguo muelle
de uso portuario e industrial supuso la recuperación de la ría del Nervión para
la ciudad y su reurbanización para la cultura y el ocio.
Debido
a la complejidad matemáticas de las formas curvilíneas "proyectadas por
Genry", éste decidió emplear un avanzado software inicialmente utilizado
en la industria aeroespacial, CATIA, para trasladar fielmente su concepto a la
estructura y facilitar su construcción.
Para
la piel exterior del edificio, el arquitecto eligió el titanio tras descartar
otras materiales y comprobar su comportamiento en unas muestras que había en el
exterior de su propio estudio. El acabado de las cerca de 33.000 finísimas planchas
de titanio consigue un efecto rugoso y orgánico, al que se suman los cambios de
tonalidad del material según la atmósfera reinante. Los otros dos materiales
empleados en el edificio, piedra caliza y vidrio, armonizan perfectamente,
logrando un diseño arquitectónico de gran impacto visual, hoy día convertido en
verdadero icono de la ciudad en todo el mundo.
Me ha impresionado ver el gran
edificio y su entorno, tienen que estar nuestros vecinos, orgullosos de él,
esperamos que nosotros con nuestro Centro Botín, lo estemos también.
De las obras y artistas, lo dejamos
para otra ocasión.
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