Estos días
de noviembre, hemos tenido la visita de La Nao Victoria, réplica de la
embarcación que realizó la primera vuelta al mundo entre 1519 y 1522.
Primeramente
atracó en el Barrio Pesquero, para trasladarse posteriormente al muelle Calderón.
La nave ha
llegado a Santander, por iniciativa de la Fundación Nao Victoria en la que se
han implicado el Ayuntamiento de Santander, la Autoridad Portuaria y el
Gobierno Regional, quienes han colaborado para traer la embarcación a la ciudad
en respuesta a una solicitud del Rotary Club y la Real Liga Naval.
Ha llegado a
nuestra ciudad, tras recorrer varios puertos de Alemania, Francia, Holanda y Eslovaquia.
En las
visitas programadas se les han venido explicado las maniobras y las condiciones
de vida en la nave hacía 500 años, la nao original realizó "la mayor
hazaña marítima de todos los tiempos", al completar la primera vuelta al
mundo.
Se ha vuelto
a recordar el protagonismo de Cantabria en aquella hazaña, porque se consiguió
con un barco de origen cántabro, con el diseño más innovador y eficiente de su
tiempo y con varios marinos de la región en su tripulación.
Entre esos
marineros se encontraba, Juan de Santander, natural de Cueto, junto a otros
cántabros como Pedro de Laredo o Gutiérrez de Villasevil.
La Nao
Victoria, con 25 plazas y más de 120 m2 de superficie, está preparada para
realizar viajes y travesías en grupo haciendo que los participantes vivan una
experiencia inolvidable a bordo de una embarcación que les hará revivir la
historia.
Esta
réplica, como su homónima, cuenta ya con cientos de miles de millas navegadas
por mares y países de todo el mundo. Realizó durante los años 2004/2006, su
particular vuelta al mundo navegando con una tripulación de 20 personas más
26.000 millas, visitando en su periplo 17 países, siendo el primer barco de
estas características en realizar una travesía semejante.
El subir al
barco se experimenta cómo fue la exploración del mundo hace quinientos años. La
Nao es la réplica exacta del primer barco que, comandado por Fernando de
Magallanes, circunnavegó con éxito el mundo en el siglo XVI.
Esta
emblemática nave, tiene 26 metros de eslora y 7 de manga y todo visitante podrá
conocer las formas y detalles del barco que realizó la mayor hazaña marítima.
El nombre
viene del desaparecido convento Mínimo de Santa María de la Victoria del barrio
de Triana (Sevilla), donde Magallanes juró servir al rey Carlos I.
La tradición
cuenta que la nao Victoria se construyó en los astilleros de Zarauz (País
Vasco), de los que no queda ni rastro. La Victoria fue el único barco de los
cinco que volvió a España en dicha vuelta al mundo. De los 234 marineros que
empezaron el viaje, sólo 18 lo acabaron. El mismo Magallanes murió luchando en
las Filipinas.
Los otros
cuatro barcos fueron, la Trinidad (110 toneladas, 55 marineros, barco de
Magallanes), la San Antonio (120 toneladas, 60 marineros), la Concepción (90
toneladas, 45 marineros) y la Santiago (75 toneladas, 32 marineros).
El 6 de
septiembre de 1522, la Victoria llegó a Sanlúcar de Barrameda, mandada por Juan
Sebastián Elcano, y con 17 supervivientes más, convirtiéndose en el primer
barco en circunnavegar la Tierra.
Posteriormente,
la nave desapareció en altamar en un viaje de regreso a España, desde Santo
Domingo.
Con motivo
de la Expo 1992 de Sevilla, se construyó una réplica, que volcó durante su
botadura el 22 de noviembre de 1991 en Isla Cristina (Huelva), teniendo que
salir a nado del navío la actriz que daba vida a Curro, debido a que apenas
había 80 cm. de agua, al estar baja la marea.
Tras las
pertinentes reparaciones, junto a las réplicas de las dos carabelas de Colón,
permaneció atracada en el Puerto de Triana, durante la citada exposición. Tras
la misma, las carabelas fueron destinadas al muelle de las carabelas en Palos
de la Frontera, mientras que la Victoria, permaneció en tierra frente al
Pabellón de la Navegación. En el 2004 se rehabilitó la nave para volver a dar
la vuelta al mundo pasando por Pekín con motivo de la Expo 2005. La Nao
Victoria regresó a Sanlúcar de Barrameda en el 2006 terminando su viaje con
éxito, tras lo cual volvió a Sevilla.
En esta
visita a Santander, he podido comprobar que en estos días de fuerte viento sur,
han tenido un cierto respeto a la Bahía, suspendiendo en dos ocasiones el
traslado de la embarcación de un muelle a otro, cuando están acostumbrados a
navegar haciendo grandes recorridos en
alta mar.
También,
todo está previsto, para recaudar dinero en las visitas programadas.
Pero lo más
importante, hubiera sido poder contemplar la embarcación, navegando por la bahía con las
velas desplegadas, pero no fué posible.
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