Trajes de Epoca
Escena Miriñaque
Santander 1900
mago Raul Alegría
Otra edición de los Baños de Ola de Santander, que tuvo
como protagonista el centenario edificio de las Caballerizas del Palacio de la
Magdalena.
Este año fue la XXI edición de esta fiesta, que se celebró
los días del 8 al 12 de julio, en el marco de los Jardines de Piquio del
Sardinero.
Hubo distintas actuaciones, el día de la inauguración,
estuvieron la compañía de Gloria Rueda, al día siguiente, interpretaron un
concierto musical de "Swing, Jazz y Pop".
La primera actuación se encargó de presentarla el mago
Raúl Alegría, con el espectáculo "La mujer cortada" y acompañado por
la Banda Municipal de Santander.
El viernes 10, los alumnos del colegio Las Mercedarias
colaboraron con la puesta en escena de la obra "Santander 1900. El veraneo
cultural y la zarzuela" con escenas de la vida cultural santanderina de
principios del siglo XX, tomando como hilo conductor la zarzuela, precedidas de
un gran desfile con gigantes cabezudos.
Esta misma noche, hubo un espectáculo de baile, en directo
y con artistas proyectados en un audiovisual.
El sábado se clausuró los Baños de Ola, con la compañía de
Alberto Pineda y el Centro Ecuestre de Santibáñez y terminando con la quema de
la falla y posterior verbena amenizada por la orquesta Leyenda.
Este mismo día, hubo los concursos de pintura rápida al
aire libre y de trajes de época.
Durante todos los días estuvieron y representaron breves
animaciones de calle los del grupo Miriñaque, con la representación
"Estampas del Sardinero".
Los Baños de Ola, se convierte en una recreación al aire
libre de la historia de la relación entre Santander y la playa, con especial
incidencia en la belle époque, cuando la capital de Cantabria adquirió fama
internacional gracias a la presencia de los Reyes Alfonso XIII y Victoria
Eugenia, sus hijos y la Corte, entre 1913 a 1930 en el Palacio de la Magdalena.
En estos días, hemos podido contemplar distintos grupos
ataviados con trajes copiados de los que se usaban entonces, actuaciones
teatrales a cargo de Miriñaque, el espectáculo Santander 1900 y otras
actuaciones.
Hasta la falla que se quemó el último día, está basada en
la época de los Reyes y su veraneo: representa la torre de las caballerizas de
la península de La Magdalena, que este año cumplen cien años de su construcción.
Los Baños de Ola, se debe a que a mediados del siglo XIX,
siguiendo las corrientes médicas higienistas y su utilización como parte de
recreo entre la alta burguesía, surge en las playas de Santander, al igual que
ocurre en otras ciudades costeras españolas y europeas, la práctica de los
baños de ola.
Esta actividad balnearia trae consigo un gran cambio en
las costumbres sociales y culturales de los veraneos de la época que motiva la
aparición de nuevas edificaciones e infraestructuras, así como la puesta en
marcha de distintas vías de comunicación que unen El Sardinero, hasta entonces
prácticamente aislado, con el centro de la ciudad.
El Sardinero era, sin duda, unos de los lugares más
privilegiados de la ciudad, tanto por su ubicación geográfica, como por las
condiciones que se daban en él. Además de ser un lugar estratégicamente
situado, con las condiciones ambientales adecuadas, desde el que se disfrutaba
de una panorámica excepcional. Estos son algunos de los motivos por los que El
Sardinero pasó a convertirse en un centro neurálgico del turismo en el norte de
España.
En los primeros años del siglo XX se siguen publicando
distintos tratados relativos a los baños de mar. El traje de baño constituye
una pieza esencial de esta nueva costumbre, y las normas son muy estrictas,
tanto en lo que se refiere a los colores y materiales como a su diseño. No hay
que olvidar que los baños eran recomendados por los facultativos por motivos de
salud, por lo que la estética era lo menos importante de estos trajes. Debido
también la moralidad de la época, el material más utilizado era la lana, para
que no se pegase al cuerpo. Los colores de los trajes de baño eran oscuros,
azules o marrones, y estaban compuestos por dos piezas: un pantalón largo y una
blusa. La complejidad de estos trajes obligaban que los cambios de ropa
tuvieran que hacerse en unas casetas instaladas en las playas a tal efecto y
equipadas para la ocasión. José María de Pereda recoge en su novela Nubes de
Estío el ambiente social que gira en torno a los baños de ola de Santander.
En un principio, las casas para los baños eran muy
modestas y tenían un carácter provisional. Sin embargo, esta nueva terapia de
baño de oleaje fue cada vez más practicada. Numerosas personas se desplazaban,
especialmente desde Madrid y Castilla, para pasar el verano en El Sardinero.
Este aumento de afluencia de turistas hace que se creen nuevas infraestructuras
de carácter permanente. Las casas de baño comienzan a construirse con mejores
materiales.
Las fachadas eran de madera y los tejados de zinc o teja.
Pero no será hasta el siglo XX, cuando comience a utilizarse el hormigón, sobre
todo cuando se construyen los grandes balnearios de mar.
La ciudad cuenta en esta época con cuatro estaciones
balnearias: una en la primera playa de El Sardinero, otra en la segunda,
también llamada playa de Castañeda, una tercera en la playa de la Magdalena y
otra en La Concha. Además, en un primer momento, se instalaron unos baños
flotantes en San Martín y Puerto Chico para las clases más modestas, que no
podían permitirse el traslado a El Sardinero y el coste del uso de las
instalaciones balnearias en esta zona.
La concurrencia en las playas de Santander se acrecentará
cuando, a principios de siglo XX, Alfonso XIII y su familia convierten a la
ciudad en la capital del veraneo regio. El Palacio Real de la Magdalena,
residencia del monarca y su familia durante 17 años consecutivos, será además
del emblema de la ciudad, el elemento nexo que garantiza las estancias
estivales tanto de los monarcas y sus hijos, como del séquito cortesano. Este
hecho dará lugar al aumento de la edificación en la zona para alojar a la
aristocracia y la burguesía que imitaban las costumbres reales, precisando
también lugares para el ocio y la diversión.
El Hotel Real y el Gran Hotel de El Sardinero acogerán a
los más distinguidos veraneantes. También se encontraban en la avenida de los
Hoteles otros establecimientos hoteleros como el Paris y el Roma, el Real Club
de Tenis, el Gran Casino de el Sardinero o el Hipódromo de Bellavista eran
lugares de encuentro, frecuentados tanto por las clases más altas como por la
recién acaudalada burguesía deseosa de relaciones con la aristocracia.
En definitiva con los Baños de Ola se inicia el proceso de
una escenario soñado capaz de igualar a Santander con otras modernas ciudades
balneario costeras europeas, como Diepp, Deauville, Biarritz, Cannes o Niza
entre otras.
Para mí, acudir estos días a los Baños de Ola, es como
cita obligada, desde su principio vengo haciéndolo y aprovecho cada día en
conseguir mis fotos y un reportaje completo de todo ello.
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