Sigo
visitando el Parque de Cabárceno, para disfrutar de su naturaleza y
tranquilidad que en estas fechas lo necesitamos.
Como
aún no veo ningún oseznos, que me extraña, porque son las fechas que ellos se
dejan ver, tengo que localizar otros nuevos inquilinos que también es la época.
En
la pradera que comparten las avestruces, las jirafas y los eland, si existen
dos pequeños de estos nuevos inquilinos de la manada de los eland, que gozada
verles en sus primeros días.
El
eland, es un animal que poco nos fijamos en ellos, pero hay que reconocer que
pasan inadvertidos a pesar de ser muchos.
El
eland es el antílope de mayor tamaño del mundo, pudiendo los machos llegara los
800 kilos de peso. Viven en manadas de entre 25 y 60 individuos.
Los eland
son generalmente nómadas que se
trasladan siempre en busca de alimento. Pacen ramoneando las hojas tiernas de
árboles y arbustos e ingieren bulbos, tubérculos y raíces que desentierran con
sus pezuñas, así como frutos silvestres. Cuando el alimento se abundante,
algunas poblaciones se hacen sedentarias, ocupando un territorio durante largo
tiempo.
Estos
animales son capaces de aumentar su temperatura corporal hasta en 7º, lo que
evita que, en épocas de sequía, suden y pierdan agua.
La
manada de Cabárceno, no es numerosa, pero son bastante animales, estos procrea
con éxito y cada vez aumentan. Tienen una vida tranquila en la pradera, junto
con las jirafas y los avestruces.
Encontrarles
es fácil, nada más entrar al Parque en dirección al Restaurante, enfrente
mismo, están, no son los más fotografiados de este recinto, pues quienes lo
acaparan todo son las jirafas e incluso las avestruces.
No
sé porque, pero los eland son
sorprendentes, pudiéramos decir bonitos, fuertes y porte elegante al andar.
Luces
unos cuernos que les crecen hacia atrás, casi rectos, con resaltas en espiral
como los de una broca.
Están
provistos de una notable papada en la parte baja del cuello, con una crín a
modo perilla, que les sirve para regular la temperatura. La del macho dominante
es muy llamativa. Bien adaptados al clima de Cabárceno, se reproducen con
facilidad.
El
parque se ve obligado a enviar los excedentes de esta especie a otros parques
zoológicos donde los demandan.
Verles
en grupo es una escena atractiva y aún más cuando tienen crías.
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